miércoles, 13 de abril de 2011

Obsolencia como síntoma de la pérdida de valores


Actualmente debemos asumir que el otro ya no está lejos de nosotros sino que vive en nuestra sociedad y que los movimientos migratorios ha logrado que la globalización –durante muchos años negada- sea parte de nuestro día a día y que logre la transformación de nuestra sociedad.

Si se trata de estudiar una sociedad como la española, no hace falta salir de ella. Basta con mirar con detenimiento y  ser verá que dentro del territorio español existen distintas realidades que conviven y por ende suceden fenómenos que para ciertos sectores son difíciles de entender.  Por ejemplo, gracias a las nuevas tecnologías, la dinámica de matrimonios arreglados ha cambiado. Lo que antes eran matrimonios a ciegas, ahora las parejas chatean y hablan por teléfono antes de comprometerse. Más que salir de España para entender, creo que es necesario abrir los ojos y querer ver lo que sucede.

La revolución digital ha traído consigo y es a su vez consecuencia de la gran movilidad a la que ahora estamos acostumbrados. Hace 40 años, un viaje en avión era costoso y difícil de realizar. Ahora basta encender un ordenador en tiempo real lo que pasa al otro lado del océano.

No es necesario actuar como arqueólogo extraterrestre para darse cuenta de que nos encontramos ante una sociedad expuesta a cambios radicales y en exceso rápidos. Quizá el síntoma más grave de esta revolución mediática y social sea la obsolencia, ya que no sólo ha cambiado nuestra economía sino nuestros valores. Antes se escribían cartas, las pensábamos y enviábamos por correo. Ahora muchas veces un sms sustituye una carta de amor. Cualquier electrodoméstico se quedaba en casa al menos diez años.  Ahora cada dos queremos cambiar la televisión, el móvil y hasta la cafetera pues nos resultan obsoletos. Actualmente estamos acostumbrados a desechar, cambiar y reemplazar a lo que no nos satisface, gusta o sirve sin pensar en ello.

Me gustaría dejar claro que mientras me inclino por el término de revolución digital, considero que a la par vivimos una crisis moral. Estoy a favor de la tecnología como parte de nuestra vida, sobretodo si nos facilita la vida. Sin embargo, creo que valdría la pena ponerse a reflexionar sobre los cambios que causa la revolución digital. Ahora con dar un clic encontramos un nuevo amigo, con otro clic compramos un regalo sin movernos de casa y un tercer clic nos lleva de viaje. Lo importante dentro de esta revolución es no perder de vista que aunque nuestra vida se digitalice, no debemos dejar que nuestros sentimientos y valores también lo hagan.

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