Primeramente me gustaría aclarar que no concuerdo con el término crisis.. El concepto de crisis alude a un problema, a un conflicto cuya solución suele ser drástica e impredecible. Por tanto yo prefiero hablar de aquí en adelante sobre una revolución digital.
La cultura en sí misma nunca es estática. Ver y pensar que no cambiamos es retroceder en la teoría antropológica y retomar conceptos tan arcaicos como el evolucionismo o el funcionalismo. Ya los científicos sociales de mitades del siglo XX se dieron cuenta de que la sociedad, los individuos y sus manifestaciones artísticas y sociales cambian con el tiempo y por ende, todo aquello que entendemos o queremos ver como cultura se transforma.
Nunca antes en la historia nos habíamos enfrentado a cambios tecnológicos tan vertiginosos y profundos como los actuales, capaces de cambiar de manera tan drástica nuestro habitat y modo de vida como lo que ocurre desde hace 20 años.
Actualmente tener acceso desde una pantalla a un mundo sólo en parte conocido, ha hecho que nuestra sociedad, moral y valores se vean influenciados. Ahora conocemos lo que piensan y hacen gente lejana (y a veces ajena) a nosotros y eso ha enriquecido nuestra perspectiva de actuación.
Sin embargo, tantos cambios e influencias se ven opacadas por los problemas que pueden llegar a causar. Actualmente sufrimos de una gran cantidad de información y opciones que a veces no sabemos digerir. Todo este vaivén digital tiene la gran ventaja de que se puede compartir información de manera exponencial y que hemos creado un nuevo espacio donde desarrollarnos.
Sin embargo, creo que al hablar de esta revolución debemos ser cautelosos al generalizar sobre sus efectos y virtudes. Muchas veces olvidamos que muchas de estas actividades están restringidas a determinados sectores de la población (en el caso de las sociedades muy diferenciadas) y a un sector generacional en el caso de los países industriales. No todos los sectores se han visto directa o indirectamente beneficiados por al revolución digital.
Por hoy queda preguntarnos…¿la revolución digital terminará por cambiar la sociedad tal como la conocemos actualmente? ¿Seremos capaces de controlar y dominar ese nuevo terreno de gestión y movimiento al que llamamos campo virtual?
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